jueves, 17 de mayo de 2012

Integrar-se

De manera tal vez natural, en estos dos últimos años la ciudad se me va volviendo más familiar.  Reconozco un rostro en una calle, en un negocio, en una puerta.
Y aunque es grato cada vez que un pequeño de mis talleres de kamishibai me grita de una esquina a otra "¡señoooo!" o alguien  me saluda y acompaña mi camino un par de cuadras; no dejo de extrañar esos días en que no conocía a nadie y me sentía casi con impunidad, pudiendo caminar sin preocuparme de nada y sabiendo que un rostro familiar por acá no había.

Y sucede que un pedacito de uno se va sintiendo parte del lugar y el otro sigue allá en el lugar que dejamos por opción, por obligación, por casualidad.
Y sucede que algunos nos integrarán y otros nos recordarán que no somos de aquí o allí. 
Y entonces disfrutaremos del saludo amoroso y puede que lloremos con el gesto malicioso.

4 comentarios:

  1. Es verdad que cuando llegas a un lugar en el que nadie te conoce te sientes con una libertad especial. Caminas por las calles pudiendo llevar en el rostro una media sonrisa soñadora sin temor a que te llame un conocido y te haga bajar a tierra. También, es cierto, que agradecemos el trato con otras personas y su saludo habitual y el ir integrándonos, pero son muy bellos esos momentos de absoluta libertad y como dices -me ha gustado mucho- impunidad.

    Como te digo en mi blog, me tienes que explicar tu comentario que se me antoja un tanto enigmático, lo que, por cierto, me gusta mucho, pero me deja intrigada.

    Besos!
    Ana.

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    1. Es así Ana.
      ¿Y si dejamos que siga la intriga? en una de esas y le matamos la magia explicándolo...bueno, mejor paso y te cuento, jeje.
      Un abrazo!

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  2. Esto lo he sentido, vivido, experimentado y las dos sensaciones son necesarias, la de libertad e impunidad (qué bien que aplicaste la palabra a esa sensación de que lo tenés todo permitido porque nadie te conoce) y la de caricia o abrazo o sentirte protegido o a resguardo cuando volvés a tu ciudad de origen. Yo me vine a la gran ciudad buscando el anonimato, el no ser hija de, y esas cosas y mas de una vez tuve tantos deseos de cruzar una cara conocida, alguien que con solo verme supiera de mi sin yo tener que demostrar ni decir nada...

    Pero qué hacer? Vamos viviendo y optando por nuestros lugares, siempre hay algo que se gana y algo que se pierda.

    Besos!

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    1. Si, perdemos cosas y ganamos otras. Y es raro porque hasta nos acercamos más por momentos al lugar y la gente que dejamos. Un abrazo Pato!

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