sábado, 12 de mayo de 2012

Somos un montón de etapas

Nacemos, crecemos y morimos. Esa pareciera ser la ley de la vida.
De indefensos bebes totalmente dependientes, nos vamos convirtiendo en sujetos con habilidades propias y un día quienes se encargaban de cuidarnos y de hacer casi todo por nosotros, nos sueltan la mano. Empezamos a hacer cosas por nosotros mismos y de pronto,sin darnos cuenta, nos vamos haciendo más y más grandes hasta que ya somos adultos tal vez responsables de otros, además de nuestras propias vidas.
Pasan los años y ya somos viejos, nuestros pasos son más lentos, nuestra energía cambia, no es como antes y tampoco nos vemos como antes. 
Y el mundo se va volviendo diferente también.  Aparecen nuevas modas, nuevas construcciones, el paisaje cambia y la gente cambia. 
Cambiamos. Claro que si. Cambia nuestro entorno, cambian todos aquellos que amamos. Aquellos que conocimos. Aquellos con quienes nos peleamos. Todos cambiamos. Y lo vemos físicamente y lo percibimos emocionalmente.
Esto nos distancia o nos acerca, según la etapa que vivamos y cómo la vivamos. Cada etapa es crucial para nuestro desarrollo físico y emocional, sin duda. Pero sin duda también; dependerá del entorno que nos rodea cómo viviremos cada una de estas etapas.  Dependerá de cuan acompañados nos sintamos, de que tan rica y efectiva sea la comunicación y el acompañamiento que tengamos de nuestro entorno íntimo, el cercano, el de los afectos.
En las primeras etapas tal vez sintamos que nuestro entorno íntimo es el único e importante, en otras etapas tal vez pueda que nos alejemos, que sintamos que no nos comprenden. Que los veamos y nos vean como ajenos. Puede que después con el paso del tiempo en una nueva etapa regresemos a ellos y nos percibamos todos como iguales; nos comprendamos y nos volvamos a decir que nos queremos.
Finalmente en nuestra última etapa, puede que sintamos siempre el deseo de regresar, aunque con el pensamiento, a nuestros lugares de antes, a nuestros modos de hacer las cosas de antes y como se hacían antes, a recordar a los que ya no están o los que están distintos.  Evocaremos momentos que guardaremos siempre en nuestra memoria. Nos volveremos frágiles y así nos verán las nuevas generaciones.  Seremos casi de nuevo como niños. Necesitaremos amor, comprensión y   compañía.
Estas son las etapas de la vida de todo ser humano. Como las vivamos y las compartamos;  esa es la cuestión.
(De lo que hablamos hoy en Viaje Radial). 
Y como ésta ha sido una tarde melancólica, dejo un tema igualmente melancólico, que nos acompañó hoy en el programa: "Soy una raíz" de Los Manseros Santiagueños.  Y si me lo decían hace un año atrás yo habría dicho que no me gustaba esta música, pero el trabajo en una radio exclusivamente de folclor me ha permitido descubrir lindas canciones. 

2 comentarios:

  1. Es ese paso del tiempo que me asusta. Me asusta la fragilidad que quiera asomarse a la superficie de la piel. Trato de no pensar y vivo vertiginosamente, pero a veces reacciono a la velocidad con que todo pasa y una vez más, me asusto. A veces pienso que quisiera que todo terminara antes, antes de "ese" momento. Ojalá todo terminase mañana, pero que el mañana sea como hoy. Quizas esté equivocada, pero son sentimientos que asi se presentan en mi...saludos Yexi...

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    1. Me pasa a menudo Sabry, no sabes cómo te entiendo...muchas veces he pensado en lo negativo de los cambios; pero luego cuando me sorprendo en eso me obligo a cambiar el sentido y entonces le veo lo bueno, porque los tiene, claro!...pero por momentos vuelve mi miedo, que no es en el sentido fríbolo; es esa inevitable ausencia de los momentos, de la gente y de los estados que te acompañan en cada etapa las que extraño y me resisto a veces a dejar. Un abrazo.

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