sábado, 25 de junio de 2016

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De tanto en tanto, vuelvo a los discursos teóricos, igual como se vuelve a un viejo amor.  Y los re-descubro.  Les aprecio nuevos costados, me dejo convencer, también les peleo un poco.  Y los quiero, sobretodo cuando reafirman mi oficio; el camino que decidí tomar y mi propia mirada antropológica en todo esto.
A veces, si no siempre; sigo sintiéndome bien paria, en un mundo de gente necesitada de validaciones, diplomas y esos menesteres.  Y también entre los que no me comprenden o no quieren.
¿Se puede “hacer” Antropología mientras se dicta un taller artístico-cultural en un contexto comunitario; pero donde los objetivos (los míos) planteados son boicoteados tal vez de manera inconsciente por las mismas Instituciones que finalmente sólo saben asistir para sostener su vigencia ante la comunidad?
El arte, la tradición y la Antropología se llevan muy bien (salvo entre rigurosos que prefieren dominar bajo la separación) ¿Pero cómo llevar el mensaje de la belleza, de la creación individual y colectiva, de incluso hasta los sueños; a espacios donde esto debería ser comprendido-pero no. Y donde los receptores tienen frío, tienen hambre o tienen muchas penas y distracciones?
Y entonces se me des-configuran las ideas respecto del rol de la antropóloga-tallerista-kamishibaiya.
Pienso-pienso mucho. Y macero las ideas…
Salimos con Guillo a comprar cosas dulces.  Él siempre elige con azúcar impalpable. Yo por precaución elijo “sin”.  Pero Guillo con destreza acumulada rara vez se ensucia y apenas deja ver unos diminutos bigotes blancos.
“Se va haciendo la experiencia”-me digo…
Y si.
El trabajo, la mirada constante en el ir y venir del propio quehacer, la gran gota de gusto por lo que se hace (¿porque si no hay gusto que hay entonces?), construir un discurso claro, apoyarse en nuevos y viejos saberes (formales y no formales), volver a empezar cuando sea necesario, más gotas de gusto por lo que se hace, no rechazar nada y no aceptarlo todo.

“Hacer-se en la experiencia” aprendiendo todos los días hasta el último día. 

2 comentarios:

  1. Yo me pelee con el discurso hacwe mucho, ya no creo en él. Por el contrario creo que el arte si esta en cada ser, hasta en los que carecen de todo, le gran reto es sacarlo a flote... Como tu dices es cosa de "hacer-se en la experiencia" ganar la confianza del otro y tal vez comenzar sonriendo... mucha suerte!

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    1. Me gustó mucho leer este comentario tuyo Stella. Un abrazo grande :)

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